En este contexto, los estándares internacionales de calidad ofrecen un marco de referencia serio y confiable para guiar las decisiones.
Que una empresa reciba una certificación no es un punto de llegada ni un fin en sí mismo, es una declaración de principios.
Significa que la compañía tiene el compromiso de trabajar en pos de la mejora continua de sus servicios y por eso ha implementado un sistema de gestión de calidad.
Es en este escenario donde la consultoría cobra su verdadero sentido.
Cuando los consultores trabajamos guiados por estándares de calidad, nuestro objetivo principal no está puesto en obtener la certificación, sino que, al adoptar dichas normas, las empresas que nos contratan obtengan beneficios concretos y relevantes, tales como: mejoras en la satisfacción del cliente, reducción de los costos operativos, reducción de los plazos de entrega, mejoras de la calidad del producto/servicio entregado., etc.
Es muy importante que las compañías nos vean como sus aliados por el hecho de que la implementación de un servicio de consultoría en una organización demanda un cambio cultural considerable.
En la Argentina las Pymes han avanzado sustancialmente dando el ejemplo a otros sectores en la adopción de sistemas de gestión de la calidad, de esa manera, logran convertirse en más competitivas y aspirar a proyectos de mayor envergadura.
Muchas se han dado cuenta de que la única forma de competir con las grandes corporaciones es siendo más eficientes, y la forma de hacerlo es a través de estándares y asociatividad.
La incorporación de prácticas orientadas a una mejor gestión de la tecnología y la calidad requiere del apoyo institucional, tanto en la divulgación de los beneficios, como en acciones concretas, a través del financiamiento de los proyectos, la adopción de estándares en las empresas del estado y sus proveedores, y la capacitación masiva de sus funcionarios.
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